15 de octubre de 2020




Discurso de apertura pronunciado por el Presidente de las Juntas de Gobernadores,
               Excmo. Sr. ERNEST KWAMINA YEDU ADDISON,
                   Gobernador del Banco Mundial por GHANA
                               Reuniones Anuales de 2020
                   Discurso del Presidente de la Junta de Gobernadores
                             Ernest Kwamina Yedu Addison
                            Gobernador del Banco de Ghana



Muy buenos días a todos. Es un inmenso placer y honor dirigirme a las Juntas de
Gobernadores del Fondo Monetario Internacional y del Grupo Banco Mundial en esta
reunión virtual.

Estas Reuniones Anuales se están celebrando durante una pandemia mundial sin
precedentes. La COVID-19 es, ante todo, una tragedia humana que está provocando
inmensas pérdidas de vidas y perturbaciones en todos nuestros países miembros. Mi
más sentido pésame a quienes han perdido a seres queridos, y mis mejores deseos
para todos los afectados por el virus.

Se trata también de un shock económico nunca antes visto. El distanciamiento social y
el confinamiento de ciudades han supuesto un costo económico, una disyuntiva
inevitable. El impacto en las economías de mercados emergentes y los países de bajo
ingreso ha sido especialmente severo. Aunque la pandemia ha evolucionado más
despacio que en otras partes del mundo, muchas de estas economías se han visto
afectadas por las repercusiones que tienen el debilitamiento de la demanda mundial, la
disminución de los precios de las materias primas y la caída del turismo; el impacto ha
sido desproporcionado para los trabajadores con poca cualificación y los que trabajan
en el sector informal, y puede que haya vuelto a poner a las familias en situación de
pobreza.

Si bien los confinamientos y las medidas de contención pueden ser eficaces para frenar
la propagación del virus, dada la inseguridad alimentaria en varios países en desarrollo,
muchos hogares corren el riesgo de pasar hambre si el confinamiento se prolonga más
de dos semanas. Esto puede dar lugar a situaciones de desnutrición y de
empeoramiento de los resultados sanitarios. Además, los cierres generalizados de
escuelas y la falta de acceso a Internet para el aprendizaje a distancia podrían
ocasionar importantes retrocesos en cuanto a aprendizaje y capital humano, y también
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podrían reducir los ingresos a lo largo de toda la vida de los niños en países de bajo
ingreso. Muchos de estos niños, en especial las niñas, no volverán a la escuela
después de la pandemia.

Las autoridades económicas han respondido con rapidez a la crisis. En Ghana, por
ejemplo, hemos adoptado varias medidas socioeconómicas y de salud pública, como el
uso de drones para el envío de muestras para pruebas y la prestación de servicios
esenciales, el apoyo a los trabajadores sanitarios que están en primera línea, la
cobertura del costo de las pruebas y los tratamientos, así como el suministro de alivio
económico a ciudadanos y empresas, inclusive mediante la prestación de asistencia
alimentaria y suministros básicos gratuitos.

El gasto fiscal adicional relacionado con la COVID-19 que están realizando los países
ha dado lugar a un aumento de las necesidades de financiamiento. Para muchas
economías de mercados emergentes y países en desarrollo, la crisis ha desencadenado
presiones urgentes sobre la liquidez. El FMI y el Banco Mundial han respondido con
rapidez y a gran escala para ayudar a los países a apuntalar su respuesta ante la
pandemia y sus sistemas de atención sanitaria.

El FMI ha duplicado el acceso a sus servicios de financiamiento de emergencia y ha
proporcionado asistencia financiera a más de 80 países. También ha proporcionado
alivio del servicio de la deuda, basado en donaciones, a través del Fondo Fiduciario
para Alivio y Contención de Catástrofes.

El Banco está proporcionando hasta 160.000 millones de dólares en financiamiento
adaptado a los shocks sanitarios, económicos y sociales que afrontan los países. Las
operaciones de emergencia para luchar contra la pandemia han llegado a 100 países en
desarrollo. Se han desplegado servicios financieros acelerados para garantizar un
apoyo rápido y amplio que permita a los países a hacer frente a sus necesidades
inmediatas de emergencia sanitaria. El Banco también defiende con fuerza el acceso
equitativo a una posible vacuna contra la COVID-19, que será especialmente crítico
para los países más pobres.
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Como complemento importante del financiamiento de emergencia proporcionado por el
FMI y el Banco, la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda del G-20 ha
ofrecido una suspensión temporal de los reembolsos del servicio de la deuda bilateral a
43 países.

Me enorgullece comprobar que la comunidad internacional ha asumido la
responsabilidad de responder a este enorme reto mundial con soluciones globales. Pero
todavía no es el momento de mirar hacia atrás. La crisis aún no ha terminado, y la
pandemia está pasando una factura importante; el número de personas que ha caído en
situación de pobreza ha aumentado y la desigualdad ha empeorado, en especial entre
las mujeres y los niños, que han sido los más afectados. El papel de las instituciones de
Bretton Woods en la movilización de atención y apoyo mundial, en particular para los
más vulnerables, es encomiable. Pero todavía queda margen para afrontar mejor las
necesidades de todos los países miembros.

Nos enfrentamos a la perspectiva de que la pandemia revierta la reducción de la
pobreza y el progreso económico conseguidos a lo largo de los años. Las repercusiones
de la crisis de la COVID-19 podría dar lugar a una década pérdida para los países más
pobres del mundo, a menos que reciban ayuda y asistencia financiera urgente.

Compañeros Gobernadores, el momento de actuar es ahora.

Debemos aprobar políticas que protejan las recientes mejoras en el capital humano,
conseguidas con tanto esfuerzo, y evitar daños a largo plazo a los segmentos más
pobres y vulnerables de nuestras sociedades. También tenemos que preservar el apoyo
de la comunidad internacional para evitar que esta crisis sanitaria se convierta en una
crisis humanitaria.

A medida que replegamos nuestras labores de carácter urgente, debemos pensar en el
tipo de mundo que queremos forjar para la etapa posterior a la COVID. Necesitamos
una recuperación centrada en las personas, sostenible y equitativa.

La pandemia de COVID-19 nos ha enseñado que los virus no respeta fronteras;
estamos juntos en esto, y la red de seguridad financiera mundial es solo tan fuerte como
el más débil de sus eslabones. Pero también sabemos que la cooperación multilateral
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puede ofrecer una respuesta con un alcance sin precedentes. Los países miembros del
FMI y del Banco Mundial han demostrado que podemos unirnos y actuar
mancomunadamente cuando es necesario.

Es importante que mantengamos este ímpetu al debatir nuestros retos comunes y las
soluciones conjuntas sobre salud, prosperidad económica y equidad mundiales en los
próximos días.

Felicito al FMI y al Grupo Banco Mundial por mostrar, una vez más, su sólido
compromiso con la cooperación económica mundial y reunirnos mediante la
organización de las Reuniones Anuales virtuales de 2020.

Aguardo con interés estos días productivos que tenemos por delante.

Gracias